Amo, luego existo: Los filósofos y el amor
Manuel Cruz
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Pages: 264
ISBN: 2:00365858
Format: PDF / Kindle (mobi) / ePub
A todo el mundo le gusta estar enamorado, el amor alimenta la fantasía de poder ser otro sin dejar de ser el mismo. Devolvemos a la persona amada la imagen exagerada de sus cualidades amplificadas. Sin embargo, nuestra sociedad jalea de puertas para afuera a los enamorados y desconfía de ellos puertas para adentro.
Como el resto de humanos, los grandes pensadores vivieron intensamente, para bien o para mal, el amor. Sin embargo, ellos nos han dejado el legado de todas las ideas que tuvieron sobre este sentimiento. ¿Quién no ha sentido amor platónico? ¿Quién no se ha dejado arrastrar por el deseo? ¿Quién no se ha obsesionado con el amado? ¿Cuántas veces nos hemos enamorado de la imagen que nos hacemos de alguien en lugar de la persona real?
sí parecía cumplirlos y con la que incluso, por añadidura, teníamos trato frecuente y fluido, quizá no impugne la idea spinoziana de que lo que está en juego en el amor es la satisfacción de toda una serie de necesidades profundas del yo. Acaso lo que pruebe la pareja inesperada o sorprendente es que uno nunca termina de conocerse del todo a sí mismo. REFLEXIÓN: SOBRE UNA MALA MANERA DE REIVINDICAR EL TÚ Me asquea no tener el valor de no ser nadie en absoluto. J. D. Salinguer, Franny y Zoey
afirma textualmente). Una vida concebida como dolor, lucha, destrucción, crueldad, incertidumbre y error, pero también como orgullo, salud, alegría y sexo: en cualquier caso, una realidad irracional, carente de todo orden y finalidad, dominada por el azar y en donde los valores no pueden anidar. Frente a ella, como ideal alternativo que Nietzsche se esfuerza en combatir, se encuentra la aceptación resignada de la vida, esa actitud que viene regida por los valores de la bondad, la perfección y
es contra naturaleza asignar a las mujeres de los guardianes la música y la gimnasia3. Algún comentario de este fragmento parece obligado, especialmente a los efectos de no incurrir en ninguna variante de anacronismo histórico que terminara proyectando sobre Platón esquemas y puntos de vista que, por definición (esto es, por no pertenecer al universo de lo pensable en aquel momento), no estaba en condiciones de mantener. Repárese, por lo pronto, en el marco en el que se vierten estas opiniones.
Judío, la correspondencia que mantienen adopta ya un signo inequívocamente amoroso, y cuando él, que se refiere a ella como �mi reina», le dice: �en vistas de tu ausencia no hay motivos para el buen humor», la respuesta que obtiene de su corresponsal apenas deja resquicio para la duda: �te amo; tú ya lo sabías en París, como lo sabía yo también. Si no lo decía era porque temía las consecuencias. Y lo que hoy puedo decir al respecto es: intentémoslo, hagámoslo por nuestro amor»23. Apenas tardan
porque �literalmente no tiene ninguno», extrema debilidad que, según ella, está en el origen de alguna de sus actitudes, como la del aislamiento del mundo en su cabaña de la Selva Negra: �Esta vida en el Todtnauberg, abominando de la civilización, escribiendo a solas consigo mismo, no es sino una ratonera donde se oculta porque sabe, con razón, que solo necesita ver a quienes, llenos de admiración, peregrinan hasta allí»44. (Como resulta evidente, la exculpación de Arendt no es absoluta y