Memorias. infancia, adolescencia yjuventud
Language: Spanish
Pages: 0
ISBN: 8426114385
Format: PDF / Kindle (mobi) / ePub
contención con que volvía a cada momento sobre aquel mismo asunto no eran, según nosotros, menos repulsivos. Hasta el punto de que nosotros nos avergonzábamos por ella cuando en presencia de extraños hablaba de su amor a papá, más aún que cuando cometía errores al hablar en francés. Amaba a su marido más que a todo el mundo, y él la amó también, especialmente en los primeros tiempos y cuando vio que también era del agrado de los demás. Ella no tenía otro afán que conquistar el afecto de su
la caja de la escalera, la miré y pensé: �¡Qué felicidad el poder pasar toda mi vida con ella en este cuartito oscuro, sin que nadie supiera que estamos ahí!» —Nos hemos divertido mucho esta noche, �no es verdad? —dije con voz baja y temblorosa, apretando el paso y asustado, menos de lo que había dicho que de lo que hubiera querido decir. —¡Oh, sí!... �Mucho! —respondió Sonia volviendo su cabecita hacia mí con expresión tan sincera y tan bondadosa que todo mi temor se disipó. —Sobre todo
niñas, y un poco antes de llegar a la carretera, junto al puentecillo que siempre me ha inspirado tanto temor, se atascó el coche. El tiempo era espléndido y se me ocurrió la idea de proseguir el paseo a pie mientras lo desatascaban. Cuando llegué a la capilla, me hallaba muy fatigada y me senté para reposar; pero, como fue precisa más de media hora para traer gente y poner el coche de nuevo en marcha, me cogió frío, sobre todo en los pies, porque llevaba zapatos y se me habían mojado
seguida, en seguida, querido. Natalia Savishna tomó un pellizco de rapé y se dirigió a cortos pasos hacia un armario. Las últimas huellas de la tristeza que le había producido nuestra conversación desaparecieron tan pronto como se acordó de su oficio, al que atribuía la mayor importancia. —¿Por qué cuatro libras? —dijo al tomar el azúcar y ponerlo en las balanzas—. Tres libras y media bastan. Y quitó varios trozos del platillo. —¿Qué significa esto? Anoche entregué ocho libras de arroz,
ventanas de mi abuela y que algunos individuos con tabardo azul turquí estaban de pie ante la puerta, no puedo comprender por qué nos mandan fuera en trineo a una hora tan inusitada. Durante el paseo, Liubotshka y yo tuvimos uno de esos momentos de júbilo en que basta una palabra, un ademán, una fruslería para arrancarnos una carcajada. Un buhonero ambulante que atraviesa la calle corriendo nos hace reír. Un trineo mal conducido alcanza al galope al nuestro y el cochero tira del extremo de