Las bostonianas (CLÁSICA)
Language: Spanish
Pages: 528
ISBN: 8499082947
Format: PDF / Kindle (mobi) / ePub
Los mejores libros jamás escritos
Una novela de indudable valor literario y de inmenso valor histórico que supone uno de los primeros retratos del feminismo político y del amor entre dos mujeres.
Aparecida en 1886, Las bostonianas es uno de los títulos capitales de la obra de Henry James, que, con extraordinaria precisión y sutileza de matices, dibuja el juego de relaciones entre dos singulares psicologías femeninas en el marco de los movimientos sufragistas del Boston del último cuarto del siglo XIX.
La presente edición incluye una detallada cronología, así como una introducción a cargo del profesor Richard Lansdown, en la que analiza la que fuera no solo una de las novelas de contenido político de mayor éxito de este autor, sino también una de las más divertidas. Por último, se añaden dos textos de Alexis de Tocqueville y del propio James, que ofrecen su particular visión del contexto social de la época.
«Quiero entrar en la vida de mujeres que están solas, que llevan existencias lastimosas. Quiero estar cerca de ellas... ayudarlas. Quiero hacer algo...»
iniciar el cumplimiento de sus varios compromisos sociales, la primera cosa que Verena le dijo, una vez en el carruaje (Olive había alquilado uno para todo el día con su habitual generosidad), fue que su correspondencia con el señor Ransom había consistido de parte de él en una sola carta, y muy breve, por añadidura. La había recibido hacía poco más de un mes. Olive sabía que recibía cartas de algunos caballeros; no veía por qué se le daba tanta importancia precisamente a esa. La señorita
actual generación se ha afeminado; el tono masculino está desapareciendo de este mundo; vivimos en una era femenina, nerviosa, histérica, charlatana y estúpida, una era de frases vacías y falsas delicadezas, excesivas preocupaciones y sensibilidades enfermizas, y si no le ponemos un freno inmediato culminará en el reino de la mediocridad, el más insulso, pretencioso y anodino que haya existido jamás. El carácter masculino, su capacidad para arriesgarse y soportar, conocer y a la vez no temer la
estaba seguro de eso porque Verena sabía muy bien lo que él pensaba sobre ese capítulo; le había hecho una especie de sumario histórico del problema de la esclavitud que no le dejaba margen a pensar que él era menos inflexible ante ese ejemplo particular de la imbecilidad humana de lo que era con cualquier otro. Y Verena le había dicho que eso era precisamente lo que le hubiese gustado hacer, vagar sola, con su vida en la mano, con una misión de caridad que cumplir, a través de un país en que la
extraordinaria atención. La señora Tarrant interrogó a los dos estudiantes de derecho sobre sus estudios, y si tenían intenciones de seguirlos seriamente; dijo que consideraba que algunas leyes eran muy injustas, y que esperaba que ellos se decidieran a tratar de modificarlas. Ella misma había sido víctima de la ley después de la muerte de su padre; no había recibido ni la mitad de los bienes que debía haber recibido si las leyes que regían la sociedad fueran justas. Pensaba que debían servir al
situación, desacostumbrada para ella, de no saber de ninguna manera qué estaba haciendo. Le parecía absurdo que Verena la indujera a dar tal paso, cuando era libre de ir allí sin ella, lo que le probó dos cosas: primero, que la muchacha se había interesado de una manera excesiva en el señor Burrage, y segundo, que su naturaleza era extraordinariamente afectuosa. �Podía haber en realidad algo que tuviera menos la apariencia de clandestinidad que esta sublime indiferencia por lo que ella