Armas secretas, las (Punto De Lectura)

Armas secretas, las (Punto De Lectura)

Language: Spanish

Pages: 224

ISBN: 846630360X

Format: PDF / Kindle (mobi) / ePub


Las armas secretas reunites five stories that are part of the best representation of this genre. With the excellence of stories like Cartas de mama, Los buenos servicios and Las armas secretas, two masterpieces stand out: Las babas del diablo (adapted to film by Michelangelo Antonioni as Blow up) and El perseguidor, perhaps the most perfect and moving tribute to a jazz genius, Charlie Parker.
Description in Spanish: Las armas secretas (1964) reune cinco cuentos que forman parte de la mejor tradicion del genero. En medio de la excelencia de relatos como Cartas de mama, Los buenos servicios y Las armas secretas, se recortan dos obras maestras: Las babas del diablo (adaptado para el cine por Antonioni en su recordada Blow up) y El perseguidor, quizas el mas perfecto y conmovedor homenaje a un genio del jazz como Charlie Parker.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

un gesto incomprensible y vuelve a tamborilear. El patrón del café nos conoce desde los tiempos en que veníamos con un guitarrista árabe. Hace rato que Ben Aifa quisiera irse a dormir, somos los únicos en el mugriento café que huele a ají y a pasteles con grasa. También yo me caigo de sueño, pero la cólera me sostiene, una rabia sorda y que no va contra Johnny, más bien como cuando se ha hecho el amor toda una tarde y se siente la necesidad de una ducha, de que el agua y el jabón se lleven eso

por lo que le encuentres de malo. —No es eso, tu libro está bien porque... porque no tiene urnas, Bruno. Es como lo que toca Satchmo, tan limpio, tan puro. �A ti no te parece que lo que toca Satchmo es como un cumpleaños o una buena acción? Nosotros... Te digo que he querido nadar sin agua. Me pareció... pero hay que ser idiota... me pareció que un día iba a encontrar otra cosa. No estaba satisfecho, pensaba que las cosas buenas, el vestido rojo de Lan, y hasta Bee, eran como trampas para

ningún mérito pasar al otro lado porque él te abra la puerta. Desfondarla a patadas, eso sí. Romperla a puñetazos, eyacular contra la puerta, mear un día entero contra la puerta. Aquella vez en Nueva York yo creo que abrí la puerta con mi música, hasta que tuve que parar y entonces el maldito me la cerró en la cara nada más que porque no le he rezado nunca, porque no le voy a rezar nunca, porque no quiero saber nada con ese portero de librea, ese abridor de puertas a cambio de una propina, ese...

han ido a la granja, casi no se puede creer, Michèle, una cosa así casi no se puede creer. Bobby, que los ha recibido con un gran aparato de ladridos, salva las apariencias olfateando minuciosamente los pantalones de Pierre, que empuja la motocicleta hasta el porche. Ya Michèle ha entrado en la casa, abre las persianas, vuelve a recibir a Pierre que mira las paredes y descubre que nada de eso se parece a lo que había imaginado. —Aquí debería haber tres peldaños —dice Pierre––. Y este salón,

en cierto modo estoy haciendo una transferencia personal, y que mucho de lo que me preocupa irá a la cuenta del personaje. No sé cómo terminará esto; hasta ahora hay unas treinta páginas escritas, y hará falta otro tanto. Carta a Jean Bernabé, Ginebra, 31 de octubre de 1955 * * * Si hoy siguiera escribiendo cuentos fantásticos me sentiría un perfecto estafador; modestia aparte, ya me resulta demasiado fácil, je tiens le système, como decía Rimbaud. Por eso “El perseguidor” es diferente, y

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