Nombre del Viento
Patrick Rothfuss
Language: Spanish
Pages: 880
ISBN: 0345805364
Format: PDF / Kindle (mobi) / ePub
Viajé, amé, perdí, confié y me traicionaron.
En una posada en tierra de nadie, un hombre de dispone a relatar, por primera vez, la auténtica historia de su vida. Una historia que únicamente él conoce y que ha quedado diluida tras los rumores y los cuentos de taberna que lo han convertido en un personaje legendario a quien todos daban ya por muerto: Kvothe…músico, mendigo, ladrón, estudiante, mago, héroe y asesino. Ahora va a revelar la verdad sobre sí mismo. Y para ello debe empezar por el principio: su infancia en una troupe de artistas nómadas, los años viviendo como un ladrón en las calles de una gran ciudad y su llegada a una universidad donde esperaba encontrar todas las respuestas que había estado buscando.
fuera en lo que estaba pensando esa chica. —Bebí un sorbo de agua y me alisé la capa—. Bueno, tengo que encontrar a mi Aloine y darle las gracias. �Qué aspecto tengo? —¿Qué más da? —dijo Wilem. Simmon le tocó el codo a Wilem. —¿No lo ves? Va detrás de una presa más peligrosa que la escotada hija de un concejal. Me di la vuelta con gesto de fastidio y fui hacia donde estaba la gente. No tenía ni idea de cómo la encontraría. Mi parte más romántica y delirante pensaba que la reconocería
para pagar la lavandería. —Paso —dije con indiferencia—. Los faldones de tu camisa están demasiado teñidos para mi gusto. —Tiré de los faldones de mi camisa para aclarar mis intenciones. Unos cuantos alumnos que estaban cerca rieron. —No lo capto —oí que le decía Sim a Wil en voz baja. —Está insinuando que Ambrose tiene el... —Wil hizo una pausa—, el edanete tass, una enfermedad que te contagian las prostitutas. Produce una secreción... —Vale, vale —lo cortó Sim—. Ya lo pillo. Y Ambrose
corrosivo de la niebla. Inspiré justo antes de entrar en contacto con el fuego, pero el aire era acre e hiriente. Tosí automáticamente y volví a llenarme los pulmones de aquel aire abrasador, y entonces entré en el muro de llamas. Noté el intenso frío de la niebla alrededor de mis pantorrillas, y corrí envuelto en fuego, tosiendo y aspirando aquel aire irrespirable. Me mareé y noté un sabor a amoníaco en la boca. Una parte distante y racional de mi mente pensó: �Claro, para hacerlo volátil».
—dijo Kilvin haciendo un elocuente ademán con las manos vendadas—, pero no fácil. 68 El viento cambiante Pasé el día siguiente descalzo, sin capa y dándole vueltas a todo tipo de ideas deprimentes sobre mi vida. La novedad del papel de héroe perdió rápidamente peso a la luz de mi situación. Solo me quedaba una andrajosa muda de ropa. Las escaldaduras eran leves, pero me producían un dolor constante. No tenía dinero para comprar analgésicos ni ropa nueva. Masticaba corteza amarga de sauce, y
—Haces que me sienta mejor. —Me levanté—. Creía que estaba un poco loco. —Quizá lo estés —replicó ella—. Yo no soy un buen baremo para evaluar tu cordura. —¿Crees que estás loca? Denna negó con la cabeza, y en sus labios se insinuó una sonrisa. —No. �Y tú? —No mucho. —Eso puede ser bueno o malo, según se mire. �Qué propones que hagamos para resolver el mayor misterio de todos los tiempos? —Necesito pensar un poco —dije—. Entretanto, vamos a ver si encontramos a tu misterioso maese