Cuentos Completos (CONTEMPORANEA)

Cuentos Completos (CONTEMPORANEA)

Jorge Luis Borges

Language: Spanish

Pages: 560

ISBN: 8499891624

Format: PDF / Kindle (mobi) / ePub


Por primera vez, todos los cuentos de Borges en un sólo volumen

Poeta, ensayista y narrador, Borges es una de las figuras primordiales de la literatura universal. Ahora, por primera vez, se reúnen en este volumen todos sus cuentos, uno de los legados más influyentes y deslumbrantes de la literatura occidental.

El universo borgiano, con sus espejos, laberintos, tigres, bibliotecas, gauchos, o máscaras, es ya uno de los paisajes fundamentales del siglo XX. En este libro se encuentran obras maestras como El jardín de los senderos que se bifurcan, Pierre Menard, autor del Quijote, Funes el memorioso, El Sur, El Aleph o Ulrica.

Leer estos cuentos supone releer la historia de la humanidad y emprender una de las aventuras más enriquecedoras, bellas y emocionantes de todos los tiempos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lucidez la condición experimental de sus libros: admirables tal vez por lo novedoso y por cierta lacónica probidad, pero no por las virtudes de la pasión. «Soy como las odas de Cowley», me escribió desde Longford el 6 de marzo de 1939. «No pertenezco al arte, sino a la mera historia del arte.» No había, para él, disciplina inferior a la historia. He repetido una modestia de Herbert Quain; naturalmente, esa modestia no agota su pensamiento. Flaubert y Henry James nos han acostumbrado a suponer

cara del Inglés se demudó; durante unos segundos pensé que me iba a expulsar de la casa. Al fin me dijo con su voz habitual: —Le contaré la historia de mi herida bajo una condición: la de no mitigar ningún oprobio, ninguna circunstancia de infamia. Asentí. Ésta es la historia que contó, alternando el inglés con el español, y aun con el portugués: «Hacia 1922, en una de las ciudades de Connaught, yo era uno de los muchos que conspiraban por la independencia de Irlanda. De mis compañeros,

de los partidos del Norte o con entrerrianos, que gauchos de ésos ya no quedan más que en el Sur. Dahlmann se acomodó junto a la ventana. La oscuridad fue quedándose con el campo, pero su olor y sus rumores aún le llegaban entre los barrotes de hierro. El patrón le trajo sardinas y después carne asada; Dahlmann las empujó con unos vasos de vino tinto. Ocioso, paladeaba el áspero sabor y dejaba errar la mirada por el local, ya un poco soñolienta. La lámpara de kerosén pendía de uno de los

Casi lo cometí (lo confieso) cuando nos remitieron de Breslau al insigne poeta David Jerusalem. Era éste un hombre de cincuenta años. Pobre de bienes de este mundo, perseguido, negado, vituperado, había consagrado su genio a cantar la felicidad. Creo recordar que Albert Soergel, en la obra Dichtung der Zeit, lo equipara con Whitman. La comparación no es feliz; Whitman celebra el universo de un modo previo, general, casi indiferente; Jerusalem se alegra de cada cosa, con minucioso amor. No comete

lo sería. Todo, hasta el intolerable Zahir. Antes de 1948, el destino de Julia me habrá alcanzado. Tendrán que alimentarme y vestirme, no sabré si es de tarde o de mañana, no sabré quién fue Borges. Calificar de terrible ese porvenir es una falacia, ya que ninguna de sus circunstancias obrará para mí. Tanto valdría mantener que es terrible el dolor de un anestesiado a quien le abren el cráneo. Ya no percibiré el universo, percibiré el Zahir. Según la doctrina idealista, los verbos vivir y soñar

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