Cuentos imprescindibles (chejov) (Jet (debolsillo))
Language: Spanish
Pages: 464
ISBN: 8497592867
Format: PDF / Kindle (mobi) / ePub
fuerte se volvía el frescor; un sentimiento nuevo, extraño, que no paraba de crecer, le colmaba y le cubría de la cabeza a los pies… Sentía deseos de bailar, de hablar, de salir corriendo al jardín, de reírse con todas sus fuerzas… Se había olvidado por completo de que era un hombre cargado de espaldas e insulso, de que tenía patillas de lince y un «aspecto indeterminado» (así había sido definido una vez su continente en una conversación de mujeres que había escuchado de forma casual). Cuando
salsa. –¡Sigamos! Entraron en la habitación siguiente, el baño propiamente dicho. Allí también había una mesa, en la que descansaban una gran fuente con jamón, una garrafa de vodka, platos, cuchillos y tenedores. –Pero ¿dónde está…. el muerto? –preguntó el juez de instrucción. –¡En la tabla superior! –susurró ella, toda pálida y temblorosa. Diukovski cogió la vela y subió. Vio un largo cuerpo humano, que yacía inmóvil sobre un gran colchón de plumas. El cuerpo emitía un ligero ronquido…
días a altas horas de la noche, pero Dímov ya no dormía, como el año anterior, sino que trabajaba en su despacho. Se acostaba a las tres y se levantaba a las ocho. Una tarde en que ella se preparaba delante del espejo para ir al teatro, Dímov entró en el dormitorio vestido de frac y con una corbata blanca. Esbozó una dulce sonrisa y, como antes, la miró alegremente a los ojos. Su rostro resplandecía. –Vengo de defender mi tesis –dijo, sentándose y frotándose las rodillas. –¿Te ha ido bien?
archivos, de las casas señoriales y de las viejas moradas de comerciantes, ambientes en los que el olor de un pasado lejano, antaño vivo y ahora muerto, parece haber dejado su huella. Para llegar al salón tuve que atravesar tres o cuatro habitaciones. Recuerdo unos pisos resplandecientes, de un amarillo vivo, arañas envueltas en muselina, estrechas alfombras a rayas que, en lugar de comunicar directamente una puerta con otra, como es costumbre, discurrían a lo largo de las paredes, de manera que,
auténtica? En realidad, los departamentos amueblados en los que vivo, atestados de arriba abajo de pintores, sabios y periodistas, siempre me han parecido llenos de prejuicios. A veinte pasos del bosque el camino pasaba por un estrecho puentecillo, con pequeños postes en las esquinas, que durante los paseos nocturnos servía a los Kuznetsov y a sus invitados para hacer una breve parada. Desde allí el que quería podía burlarse del eco del bosque o contemplar cómo en lontananza el camino se