Andar, una filosofía
Frédéric Gros
Language:
Pages: 156
ISBN: 6071136008
Format: PDF / Kindle (mobi) / ePub
Overview
Título original: Marcher, une philosophie
Caminar es mucho más que poner un pie delante del otro. ¿Y si solo se pudiera pensar bien a través de los pies?
«Un admirable libro que entusiasmará incluso a los sedentarios empedernidos.»
Le Monde des Livres
Andar no exige ni aprendizaje, ni técnica, ni material ni dinero. Sólo requiere de un cuerpo, de espacio y de tiempo. Cada día son más los aficionados a caminar, y todos ellos obtienen los beneficios de esa propensión: sosiego, comunión con la naturaleza, plenitud...
Andar. Una filosofía es un recorrido (a pie), filosófico y literario, en compañía de ilustres autores como Rimbaud, Thoreau o Kant cuyo hilo conductor es el simple hecho de caminar. Andar como experiencia de libertad, como acto solitario y propicio para la ensoñación, como motor de creatividad...
Este libro es una celebración del paseo y una reivindicación de virtudes elementales que parecemos haber olvidado en esta época de prisas y de monotonía. Desde un enfoque cultural, Frédéric Gros se adhiere a la corriente de lo slow y nos invita a valorar las ventajas de la lentitud. «Para ir más despacio no se ha encontrado nada mejor que andar. Para andar hacen falta ante todo dos piernas. Todo lo demás es superfluo. ¿Quieren ir más rápido? Entonces no caminen, hagan otra cosa: rueden, deslícense, vuelen».
La crítica ha dicho...
«Un hermoso libro escrito para aquellos que aún no han partido.»
Le Figaro
«Un libro inclasificable en el que la luz de la mañana ilumina las ideas.»
L'Express
«Un admirable libro que entusiasmará incluso a los sedentarios empedernidos.»
Le Monde des Livres
«Un paseo tranquilo, al ritmo de un pensamiento cálido y pertinente, que de manera eficaz toma tintes de delicado reproche hacia una sociedad en la que la velocidad, con demasiada frecuencia, se confunde con el olvido de la veracidad de las cosas, del yo y de los demás.»
Figaroscope
«La fuerza de este libro consiste en invitarnos a inscribir nuesros pasos en itinerarios al mismo tiempo singulares y universales.»
L'Humanité
«Un libro tan agradable como profundo.»
La Croix
About the author
Frédéric Gros es profesor de filosofía en la Universidad Paris-XII. Ha trabajado ampliamente en la historia de la psiquiatría (Création et folie, PUF), la filosofía de la pena (Et ce sera justice, Odile Jacob) y el pensamiento occidental de la guerra (États de violence, Gallimard).
Fue también el editor de las últimas lecciones de Foucault en el Collège de France.
tan vacío como los bolsillos, Rimbaud cruza las líneas enemigas para volver a casa, a pie, o encaramado a ratos en las carretas de los campesinos. Llega a su casa �casi desnudo, de noche y aquejado de una fuerte bronquitis». �Volvió a marcharse en primavera? �Leyenda o realidad? Es un enigma. �Se sabrá alguna vez? Rimbaud debió de estremecerse al conocer las noticias de la Comuna. Él, autor de una constitución comunista, se muere de impaciencia en Charleville al saber que en París el pueblo se
inmensidad muerta de un desierto de basalto. El suelo arde bajo sus pies. Son �caminos horribles que recuerdan el supuesto horror de los paisajes lunares»[39]. Al llegar no encuentra al rey. La expedición se salda con un desastre financiero. Rimbaud está agotado. Regresa a Harar sin un céntimo y reanuda con calma sus pequeños negocios. Hasta el día en que empieza a dolerle la rodilla, que se le inflama de manera terrible. Tiene treinta y seis años. * Arthur Rimbaud, quince años: un muchacho
mascullando oraciones mientras caminan todo el día, sin destino ni meta, aquí o allá, al azar de los cruces de caminos, dando vueltas y vueltas, sin ir a ninguna parte, ilustrando mediante ese eterno caminar su estado de extranjeros definitivos en el mundo de aquí abajo. Pero los giróvagos no despiertan muchas simpatías. Se tilda a estos nómadas perpetuos de aprovechados, de vagabundos, y ese modo de vida errante será condenado. San Benito en particular impone la �estabilidad monástica» y afirma
profundidad de esa respiración, la suavidad del ritmo. El flâneur de las ciudades no se hace presente a una plenitud del ser, sino solo disponible a emociones visuales dispersas. El caminante se realiza en el abismo de una fusión; el flâneur, en la explosión de una dispersión infinita de destellos. GRAVEDAD Olvido esos breves momentos de gracia, debidos a veces incluso a un enorme cansancio, pequeños instantes de éxtasis en los que el cuerpo, al caminar, avanza sin sentirse, casi como una hoja
las noches, acumula apuntes para su gran obra sobre la transvaloración. A principios de enero de 1889, Jacob Burckhardt recibe de Nietzsche una carta fechada el día 6. Se alarma: es la carta de un demente, de un loco («en fin de cuentas preferiría mucho más ser profesor en Basilea que Dios; pero no me he atrevido a llevar mi egoísmo privado hasta el punto de omitir por su causa la creación del mundo»[25]). Otras cartas de esa primera semana de enero dan fe del mismo estado. Nietzsche firma unas